27 oct 2008

Una historia con poca garantía de vida.


Shalina tiene 13 años y está a punto de unirse a los más de 73 millones de niñas de todo el mundo que no completarán sus estudios escolares. Para los padres y para millones de otros padres como ellos, educar a una hija es malgastar tiempo y dinero. Ellos casaron a su hija mayor a los 15 años, después de decidir que usarían sus escasos recursos para la educación de su hijo varón, postergando la formación e instrucción de sus hijas. Shalina acostumbraba a preocuparse por estudiar las lecciones y superar las pruebas, pero ella está mucho más preocupada por el matrimonio y la crianza de sus hijos, aunque sabe que deberá hacerlo mientras aún es una niña. Shalina soñaba con ser médica, pero debe dedicarse a limpiar casas durante el día y a cuidar niños durante la noche. A Shalina y a los 73 millones de niñas no sólo se les ha negado una posibilidad que muchos de nosotros tomamos como un derecho garantizado. No se les otorga un derecho humano fundamental, el derecho a la educación. Suele decirse que la educación da poder a las niñas porque fortalece su confianza y las capacita para tomar decisiones adecuadas y fundamentadas. Se trata de no ser forzadas a casarse cuando todavía son adolescentes; se trata de poder decidir la procreación de los hijos de manera que ni su vida ni su salud se vean dañadas; se trata de poder contar con el cuidado médico necesario para sus hijos y para ellas; se trata de poder contar con un cuidado adecuado y buena nutrición para los hijos, o de asegurarse que sus hijos concurran, como mínimo, a la escuela primaria. Se trata de ser capaces de conseguir un ingreso cuando las mujeres que las precedieron no pudieron hacerlo; de conocer sus derechos y de gozar de ellos cuando sus predecesoras ni siquiera supieron que tenían derechos; se trata de educar a sus hijos para que hagan a su vez lo mismo con los que vengan después. Se trata de comenzar a detener una espiral de pobreza y de falta de poder de decisión. Se trata, en definitiva, de asegurar una vida decente para toda esta generación y para las generaciones que la preceden.


Ahora viene nuestra reflexión en base a la historia de esta niña. Como bien nos dice el artículo la educación es un derecho fundamental y por decirlo de alguna manera es la puerta hacia una mejor calidad de vida. Es la solución al gran espiral de la pobreza. Sin educación no hay capacitación para el trabajo de los niños del futuro. Se trata de concientizarnos hoy, para preparar el futuro. Se trata de hacer valer cada uno de nuestros derechos como personas humanas. Debo destacar la gran situación de discriminación que es notoria en esta historia, el niño si puede acceder a la educación mientras que la mujer no por el simple de hecho de ser mujer.

1 comentario:

everybodyfree dijo...

Creemos que todos tienen derecho a un estudio y a una vida digna, no como la de esta nena.
Saludos Chicos!